Negros domingos

En las mil horas que dura mi pequeño descanso del estudio, repaso palabras del pasado y casi no me duelen de la capa de angustia reseca que tapa la herida.
Y ya no odio, ni dejo de dormir, ni lloro ni me quejo. Solo pasa un día detrás de otro, esperando, como es costumbre últimamente que llegue finales de abril, y luego verano, y luego otro invierno.
Y solo cuando ,como ahora, me atrevo a mirar atrás, se me vuelve el nudo al estomago y me siento la inútil más grande del planeta humano. Lo peor es que apenas nadie se ha dado cuenta, para el resto no hay nada en mi q valga la pena para mantener la mirada más de un segundo (o no) pero al menos así lo percibo.
Y da igual los intentos, inicios, reintentos, reinventos…los domingos acabo pensando que no voy a ser capaz de alcanzar nada más de lo que hasta ahora, que no voy a poder pasar de fase vital.
Lo único que llevo aprendido, es que ahora no me hace falta lamentarme a nadie ni pedir mimos. Sé que soy yo la que tengo que curarme, pero resulta tan duro y triste a veces no poder pedir un abrazo.
Ingenua de mi, creía q siempre viviría en esa eterna felicidad postadolescente premadurez….

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